Nos reímos. Y seguimos riéndonos así. Hablando sin saber muy bien de qué  ni por qué. Después decidimos colgar, prometiendo que nos llamaremos  mañana. Es  una promesa inútil: lo hubiéramos hecho de todos modos.  Cuando pierdes tiempo al teléfono, cuando los minutos pasan sin que te  des cuenta, cuando las palabras no tienen sentido, cuando piensas que si  alguien te escuchara creería que estás loca, cuando ninguno de los dos  tiene ganas de colgar, cuando después de que el ha colgado compruebas  que lo haya hecho de verdad, entonces estás perdida. O mejor dicho,  estás enamorada, lo que, en realidad, es un poco de lo mismo.